lunes, 14 de noviembre de 2011

INTRODUCCIÓN
En esta ocasión trataremos sobre la ética y los valores, Hacia donde queremos orientar el destino de cada persona  que tipo de hombre deben formarse para salir con éxito, estudiaremos los valores para así ponerlos en práctica  y ser una mejor persona y podernos comunicar mejor con los demás así como conocer que es la ética para ponerla en práctica y tal vez al ser un profesionista ser realmente ético y que  esto que a continuación veremos y estudiaremos tuvo relevancia y cambio nuestra forma de pensar.




DESARROLLO TEMÁTICO
ETICA

La ética es una rama de la filosofía que abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir.
La palabra ética proviene del latín ethĭcus, y este del griego antiguo ἠθικός, o transcrito a nuestro alfabeto, "éticas". Es preciso diferenciar al "êthos", que significa "carácter" del "ethos", que significa "costumbre", pues "ética" se sigue de aquel sentido, y no es éste. Desconocer tal diferencia deriva en la confusión de "ética" y "moral", pues esta última nace de la voz latina "mor, moris", que significa costumbre, es decir, lo mismo que "ethos". Si bien algunos sostienen la equivalencia de ambas doctrinas en lo que a su objeto respecta, es crucial saber que se fundamentan en conceptos muy distintos.
La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a los distintos ámbitos de la vida personal y social. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, busca las razones que justifican la utilización de un sistema moral u otro.
Algunos han caracterizado a la ética como el estudio del arte de vivir bien, lo cual no parece exacto, puesto que si se reuniesen todas las reglas de buena conducta, sin acompañarlas de examen, formarían un arte, más no una ciencia.[3]
La ética es una de las principales ramas de la filosofía, en tanto requiere de la reflexión y de la argumentación, este campo es el conjunto de valoraciones generales de los seres humanos que viven en sociedad.
El estudio de la ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua Grecia, y su desarrollo histórico ha sido amplio y variado. Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios determinados. Una sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como "bueno", "malo", "correcto", "incorrecto", "obligatorio", "permitido", etc., referidos a una acción, una decisión o incluso también las intenciones de quien actúa o decide algo. Cuando se emplean sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, cosas o acciones. Se establecen juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: "ese político es corrupto", "ese hombre es impresentable", "su presencia es loable", etc. En estas declaraciones aparecen los términos "corrupto", "impresentable" y "loable" que implican valoraciones de tipo moral.



Definición y objeto
Según una corriente “clásica”, la ética tiene como objeto los actos que el ser humano realiza de modo consciente y libre (es decir, aquellos actos sobre los que ejerce de algún modo un control racional). No se limita sólo a ver cómo se realizan esos actos, sino que busca emitir un juicio sobre estos, que permite determinar si un acto ha sido éticamente bueno o éticamente malo.
Ello implica establecer una distinción entre lo que sea bueno y lo que sea malo desde el punto de vista ético, y si el bien y el mal éticos coinciden o no con lo que serían el bien y el mal en sí.


Límites con disciplinas adyacentes
La ética se relaciona con la antropología, el derecho, con la ley y con ciencias empíricas que estudian el comportamiento humano, como la sociología y la psicología.


Ramas de la ética
Meta ética
El problema del ser y el deber ser
La ética teleológica es generalmente mercancía de ética, que indica ciertos bienes (por ejemplo, la "felicidad" o "deseo"), así como para los seres humanos, y por lo tanto deseable. Es la ética enfocada desde el punto de vista de la supervivencia y satisfacción de necesidades.
Hume ha planteado la objeción de que la transición de ser no-debe "para ser legítimo (" Ley de Hume "). Bajo la falacia de la partida "naturalista" de George Edward Moore ha planteado las cuestiones estrechamente relacionadas, pero que no son estrictamente los mismos.
Como se destaca más adelante, los positivistas, deben estar epistemológicamente entre las tasas y tarifas de destino, y se diferencian por su relación diferente a los sentidos. La distinción epistemológica entre es y debe se basa en la ciencia empírica moderna. Quien no acepta esta distinción, o bien debe postular a un ser que no es directamente o indirectamente detectables, o se debe considerar lo que debe perceptible.
Las normas éticas se derivan de supuestas declaraciones sobre los seres, con frecuencia pasan inadvertidos por el uso de la ambigüedad normativa y empírica de términos como "esencia", "Naturaleza", "determinación", "función", "final", "sentido" u " Objetivo alcanzado". Así, la palabra "objetivo" es incluso lo que en realidad busca una persona (Su meta es graduarse). La palabra objetivo puede referirse también a lo que debe perseguir un hombre (por ejemplo, cuando se dice de alguien que perdió el objetivo o la meta de su existencia humana).
La ambigüedad inadvertida empírico-normativa de ciertos términos conduce a falacias lógicas tales como: "La esencia de la sexualidad es la procreación. Por lo tanto, la anticoncepción no está permitida, porque no refleja la naturaleza de la sexualidad".
Tomando nota de que esto supone que se ha deducido lógicamente que el ser es una justificación de las normas aún no desesperada. Porque, además de las declaraciones normativas y de los registros, hay voluntades. La expresión de la voluntad de una persona: "No quiero ser molestado en la siguiente hora por cualquier persona" incluye el deseo de que la norma "Nadie me moleste en la hora siguiente" sea capaz de ser acogida y respetada por otros. El punto central será saber si la expresión de la voluntad de esa persona sea o no sea éticamente correcta, o sea simplemente un acto arbitrario que no exige un respeto absoluto por parte de otros.

Ética normativa


El dilema del tranvía es un experimento mental que puede servir para ilustrar y poner a prueba distintas teorías éticas.
Las teorías de la filosofía ética o moral se pueden distinguir de acuerdo a los criterios de sus bases para la determinación del bien moral. El bien moral puede ser determinada por:
  • Las consecuencias (ética teleológica) consecuencial ismo;
  • Disposiciones de comportamiento, rasgos de carácter y virtudes (ética de la virtud);
  • La intención del actor (ética disposición);
  • Objetivos hacia hechos morales, como objetivo de las evaluaciones morales sobre la propiedad o la acción (ética deontológica);
  • Optimización de los intereses o de las partes interesadas (de preferencia), la ética utilitarista, de la felicidad (eudaimonía), o del bienestar.


Ética de virtudes
La ética de virtudes es una teoría relativamente reciente según la cual una acción es moral si hacerla fuera propio de una persona virtuosa.[][] Por ejemplo, si para el utilitarismo hay que ayudar a los necesitados porque eso aumenta el bienestar general, y para la deontología hay que hacerlo porque es nuestro deber, para la ética de virtudes, hay que ayudar a los necesitados porque hacerlo sería caritativo y benevolente.[]


Ética aplicada
La ética aplicada es la parte de la ética que se ocupa de estudiar cuestiones morales concretas y controversiales.[] Por ejemplo, algunos objetos de estudio de la ética aplicada son el aborto inducido, la eutanasia y los derechos de los animales.[] Algunas de estas cuestiones se agrupan por similitudes y son estudiadas por subdisciplinas:[]
  • La bioética estudia las controversias morales que son producto de los avances en la biología y la medicina.[
  • La deontología profesional se ocupa tanto de buscar justificación para valores morales que deberían guiar a los profesionales, como de estudiar los valores que de hecho guían a los profesionales. En el primer sentido la deontología profesional es una disciplina normativa y filosófica. En el segundo sentido, se trata más bien de una disciplina descriptiva y por lo tanto científica. La deontología profesional también cuenta con subdisciplinas como la ética médica, la ética de negocios y la ética de la ingeniería.[
  • La ética ambiental se ocupa de la relación ética entre los seres humanos y el medio ambiente. Quizás las dos preguntas fundamentales de esta disciplina sean: ¿qué deberes tienen los seres humanos hacia el medio ambiente, y por qué? En general, la respuesta a la primera pregunta es una consecuencia de la respuesta a la segunda. Distintas respuestas o aproximaciones a respuestas han dado lugar a distintas éticas ambientales.[
  • Ética militar.
  • La ética económica se ocupa de las relaciones éticas que deberían guiar las relaciones económicas entre los seres humanos y el efecto que tales normas tendrían sobre la economía de nuestras sociedades. De hecho gran parte de los economistas que desarrollaron la teoría moderna de la economía partieron de bases éticas. El ejemplo más cercano es el utilitarismo desarrollado primero como doctrina moral y luego usado para la teoría del valor neoclásica.[]


METAETCA

I. La reflexión metaética y sus problemas

Por "metaética" se entiende la reflexión sobre los llamados problemas fronterizos, es decir, sobre los problemas que se sitúan más allá de la reflexión normativa y establecen la frontera última de la reflexión ética, como también la frontera que separa la reflexión puramente filosófica de la reflexión teológica en el campo moral.

Por consiguiente, la reflexión moral, como también la normativa que elabora el filósofo, no puede ignorar la el teólogo, ni el filósofo puede ignorar la reflexión teológica. No hay que pensar, pues, que los dos tipos de reflexión puedan caminar de forma paralela, ignorarse recíprocamente y luego ir cada una por su lado cuando la teología aborda sus problemas específicos.

Semejante visión del problema es insostenible por el simple hecho de que, por una parte, el filósofo necesita analizar la reflexión ético-teológica para ver hasta dónde llega en clave puramente racional y dónde comienza a basarse en los contenidos de fe y, por otra parte, también el teólogo debe tener presente la necesidad de expresar la fundamentación racional de la reflexión teológica para marcar con claridad sus límites o, mejor aún, para mantenerla siempre dentro de su cauce propio, evitando tanto el fideísmo como el racionalismo.


En la definición que se ha dado puede verse cómo lo que se entiende por metaética no es el equivalente a ética analítica. Se refiere más bien este último tipo de ética al modo de proceder dentro de la reflexión ética, tanto a nivel normativo como meta normativo, a nivel filosófico como teológico, mientras que metaética se refiere a problemas de tipo completamente distinto de los de la ética normativa. El hecho de que la terminología diferenciadora de los distintos niveles de la reflexión moral haya surgido de la reflexión analítica no debe inducir a error; significa que el modo de reflexión analítica consigue estar más atento a la realidad del fenómeno moral en su aspecto global.

Ni tampoco se debe pensar que no pueda aplicarse o transferirse la misma terminología a la reflexión teológica sólo porque haya surgido en ámbito filosófico. Las diversas variantes de la reflexión moral, en efecto, aclaran también la estructura de la reflexión ético-teológica y la contextualización de los problemas específicamente teológicos. Pero se dan casos en que la reflexión metaética, hecha en la teología moral, no siempre especifique claramente la relación de esta última con el trasfondo filosófico, o incluso que sea totalmente ignorado. Como también se da el caso de que la reflexión filosófica sobre la ética no piense que deba confrontarse también con los datos teológicos.

La teología moral, sin embargo, no infravalora los problemas de índole metaética. En los manuales tradicionales se abordaban, aunque no en todos, en el tratado de moral fundámental. El interés de la teología por los problemas de tipo metaético se nota claramente porque en la ratio studiorum teológica se asigna un puesto importante al curso de ética filosófica, en donde se plantean los principales problemas de esta naturaleza.

La relación entre ética normativa y metaética es la misma que existe entre el ordo cvgnoscendi y el ordo essendi. La ratio studiorum, al colocar antes la ética filosófica y la moral fundamental que la moral especial, sigue el ordo essendi de los problemas éticos. En cambio, en la existencialidad moral se sigue el ordo cvgnoscendi, ya que primero se tropieza con la problemática de tipo normativo o de primer grado, y después se llega a los problemas de segundo grado, típicos de la metaética. El ordo cvgnoscendi, en efecto, no es otra cosa que la inversión del ordo essendi de las cosas, precisamente porque el proceso cognoscitivo, siguiendo la formulación aristotélica, tiene necesidad y no puede prescindir de comenzar por las cosas conocidas para descubrir poco a poco las no conocidas; de resolver antes las cuestiones más inmediatas y prácticas, para abordar después y resolver las teóricas. Por eso la reflexión metaética no es estrictamente necesaria para tener una actitud moralmente buena y un comportamiento moralmente recto, sino que la realiza sólo quien profesionalmente se dedica al estudio del fenómeno ético.

En este artículo, obviamente, no vamos a tratar todos los problemas metaéticos, sino sólo alguno de los que no encuentran lugar entre las voces de este diccionario, a título nada más que de ejemplo.


II. El concepto de bien

La primera serie de problemas que aborda la metaética es la relativa al análisis del lenguaje utilizado en moral y a la semántica de los términos con los que expresamos nuestro pensamiento moral. Pero no todos los autores están de acuerdo. Estos problemas metaéticos con frecuencia se tratan como simples problemas de lenguaje moral, de cuyo análisis depende la clarificación terminológica necesaria para la comprensión recíproca. En la teología tradicional esta clarificación corresponde a la explicado terminorum. Al resolver los problemas de lenguaje no se pretende presentar normativamente el juicio moral, sino afinar la comprensión y el uso del lenguaje moral en la formulación y representación de los juicios y de las reflexiones morales. Se busca también la exacta definición de las realidades a las que nos referimos con los términos utilizados en el lenguaje moral. Las preguntas que pretendemos responder al plantear este tipo de problemas son las siguientes: ¿Qué pretendemos decir cuando usamos este o aquel otro término? ¿A qué realidad nos referimos cuando decimos, por ejemplo, "bueno"? ¿Corresponde el término que usamos a la realidad a la que nos referimos? Los términos más analizados son: bien, bueno, virtud, valor, ética, prescripción, valoración, conciencia, etc.

Por lo que se refiere al concepto de bien, al que le dedicamos este párrafo, se puede iniciar la reflexión desde Platón y Aristóteles, lo mismo que se podrían analizar las distintas definiciones de bien que se han dado a lo largo de los siglos. Pero aquí no se puede realizar sino un análisis muy reducido y sintético. Por los distintos análisis que se han hecho sobre el término se ve claramente que a lo largo de los siglos se le ha identificado unas veces con semántica naturalista, otras con semántica hedonista y otras con semántica metafísica. Sobre esta cuestión son muy interesantes las obras de Le Senne, Reiner y Moore. Pero algunas indicaciones muy significativas se pueden encontrar también en Kant y en los fenomenólogos.

El problema está en aclarar cómo desde los tiempos de Platón y Aristóteles se inició la pregunta sobre lo que es el bien, sobre cómo ha de entenderse, la semántica polivalente que se le atribuye al término y lo que se ha identificado con él: placer, felicidad, etc.

Se trata de saber si el bien en cuanto tal puede ser definido o no y qué relación existe entre el sustantivo bien y al adjetivo bueno. El bien consiste en el valor de un todo que no puede considerarse igual a la suma del valor de las partes. Tender hacia el bien significa tender a realizar un conjunto de cosas. El concepto de bien posee lo característico de una llamada, de una fuerte exigencia de realización, de donde surge el deber de realizarlo. Por eso toda definición de bien tiene que ser tautológica, como, por ejemplo, la de santo Tomás: "Bonumest faciendum, malumvitandum" Si hay que hacer el bien, el mal, su opuesto, hay que evitarlo obviamente. Pero la tautología se encuentra también en el mismo faciendum y en el vitandum. Decir que el bien debe hacerse equivale a decir que el círculo es redondo y que el cuadrado tiene cuatro lados. Del bien no se puede dar una definición que no esté estructurada tautológicamente. Por esto se habla también del carácter gerundivo del bien. Con esto no se quiere tanto definir por descripción lo que es el bien moral cuanto expresar más bien la unión inseparable entre el bien y su forma verbal de obligación.

Tradicionalmente se afirma: "Quodhabetrationemboni, haber rationemfinis". También este principio tiende a explicar el carácter gerundivo del bien, que por su naturaleza debe ser propuesto como fin del hombre.

Cuando, además, la teología moral habla de orden moral objetivo, se refiere precisamente a la preexistencia del bien como fin hacia el que tender como proceso intelectivo y volitivo, a la preexistencia, por utilizar la fórmula de los fenomenólogos, del "reino ideal de los valores". Este bien le ha sido dado al hombre por la voluntad de Dios creador, y el hombre se encuentra frente a la perspectiva moral como frente a la llamada de quien lo llama a obedecer. La vida moral es obediencia al bien previamente dado y, para el creyente, a la voluntad de Aquel que se lo ha puesto delante.

Entendida así, la moralidad no se funda en términos de positivismo moral teónomo. Esta concepción de la moralidad, que ha de colocarse siempre en la esfera metaética, corresponde a la perspectiva de la reflexión teológica sobre la creación: el hombre, visto como criatura a la que se le ha dado un fin hacia el que tender, no es el creador del orden moral, sino el que debe realizar este fin.

Esta perspectiva será decisiva en el análisis que haremos de las teorías metaéticas del cognitivismo y del no cognitivismo para verificar la aceptación de una y no de otra. Pero remite enseguida al problema de la cognoscibilidad de los juicios morales. Si, efectivamente, el orden moral (el bien, los valores o la moralidad) le ha sido dado previamente al hombre, independientemente de su voluntad, debe ser también cognoscible a aquel ser que debe orientarse a él.




III. La cognoscibilidad de los juicios morales

La problemática en torno al adjetivo bueno y a su aplicación en frases 'como "esto es bueno" puede y debe releerse también como problemática en torno a la cognoscibilidad de los juicios morales, sobre todo de los juicios últimos, que determinan la decisión moral fundamental, como por ejemplo: "asumir el punto de vista de la moral, o de la imparcialidad, es bueno". Situarse frente a este problema significa, en último análisis, abordar no sólo uno de los mayores problemas fronterizos de la ética, sino además aquel del que depende el futuro mismo de la ciencia ética; fundamentarla de modo no cognoscitivo significa hacer inútil su fundamento último, al menos ex parte hominis. El no cognitivismo sostiene, en efecto, que al menos los juicios morales fundamentales no pueden considerarse resultado de un proceso cognoscitivo, porque no podemos verificar la consistencia de tal conocimiento. Tradicionalmente el problema cognoscitivo se definía como adaequatiointellectus ad rem; por consiguiente, la verificación tendrá que consistir en demostrar empíricamente o alcanzar la certeza de que el entendimiento ha captado el objeto que pretendía conocer. Ahora bien, la res de los juicios morales está constituida por los valores, y éstos no pueden nunca someterse a verificación empírica, escapan a cualquier control de este tipo. Por eso no se puede afirmar su existencia, sino que se puede y se debe afirmar que no pueden ser conocidos.

Al respecto, el no cognitivismo afirma también que el de los valores es un tipo de conocimiento muy particular, completamente distinto del empírico, y precisamente por eso no se le puede atribuir ningún valor. En último término, el no cognitivismo no hace sino aceptar los juicios sintéticos a posteriori y rechazar los juicios sintéticos a priori, según la distinción kantiana, porque los primeros son empíricamente verificables y los segundos no. En cambio, el cognitivismo, aun reconociendo que el conocimiento de los juicios morales es muy particular y totalmente distinto del empírico, no por eso llegan a negar su cognoscibilidad. Precisamente porque la estructura de los juicios sintéticos a priori es distinta de la de los juicios sintéticos aposteriori, son llamados así; y precisamente porque es un conocimiento muy particular, debe considerársele en cualquier caso conocimiento también, sin infravalorar su validez. Precisamente porque son juicios a priori no se pueden verificar empíricamente; pero no poder verificarlos empíricamente no equivale a no conocerlos.

Como se ve, al presentar las dos teorías hemos procedido afirmando cada vez lo que unos niegan o negando lo que otros afirman sobre los juicios sintéticos a priori. También al desarrollar la presentación de las dos teorías en todos sus detalles habrá que recurrir a negar o afirmar con unos lo contrario a la tesis sostenida por los otros. Esto ocurre por motivos de simplificación del concepto de bien y por el método tan característico y particular de su conocimiento. Pero la imposibilidad de contrarrestar desde dentro la teoría no cognitivista no implica su aceptación a nivel filosófico ni a nivel teológico, como veremos más adelante.

IV. La verificación empírica y lógica de la reflexión moral

UbertoScarpelli distingue entre verificación empírica y verificación lógica: "La verificación lógica es el control de una proposición ejercido examinando la corrección de la derivación lógica o de las derivaciones lógicas que conducen a esa proposición desde premisas aceptadas como verdaderas; a la proposición controlada así se le atribuye el valor de verdad o falsedad lógica. La verificación empírica es el control de una proposición ejercido a través de una comparación con datos tomados de la experiencia; a la proposición así controlada se le atribuye el valor de verdad o falsedad empírica (L ética senzaverith).

El no cognitivismo niega claramente la posibilidad de la verificación empírica para los juicios morales, pero no la posibilidad de la verificación lógica. Sostiene que es posible verificar la coherencia interna de una reflexión moral, pero sólo a partir de unas premisas aceptadas como verdaderas. Son estas premisas, precisamente los juicios morales últimos, las que no pueden verificarse empíricamente.

Para poder representar en términos literarios la posición del no cognitivismo, se puede recurrir a lo que escribe MilanKundera en su novela La insoportable levedad del ser (227): "La vida humana se vive una sola vez y, por lo tanto, nunca podremos aclarar cuáles de nuestras decisiones han sido buenas y cuáles malas, porque en una determinada situación podemos decidir sólo una vez. No se nos da una segunda, tercera o cuarta vida para poder confrontar decisiones distintas".

Como momento inicial, empíricamente no verificable, el no cognitivismo pone o un hecho puramente emotivo o un hecho de decisión. Por esto hay un no cognitivismo emotivista y otro decisionista. Sobre la base de la decisión inicial (el emotivismo, identificable en C.L. Stevenson y A.J. Ayer, ha desaparecido prácticamente), aceptada como verdadera, pero nunca verificable, se hace posible la verificación lógica de la reflexión ética. También en referencia a esto se puede leer una expresión de M. Kundera: "La verdadera bondad moral del hombre sólo se puede manifestar en toda su pureza y libertad en su relación con quien carece totalmente de fuerza. El verdadero examen moral de la humanidad, el examen fundamental (planteado en tal profundidad que escapa a nuestra mirada) es su relación con quienes están a su merced: los animales. Y aquí está el fracaso fundamental del hombre, tan fundamental que de él derivan todos los demás" (ib, 293-294).

El punto decisivo de la teoría no cognitivista consiste precisamente en la imposibilidad de realizar el examen fundamental de la vida moral, porque está en un nivel de profundidad que escapa a toda mirada cognoscitiva. Si se abandona la obsesión de verificación empirista y se asume el blink inicial, o la premisa aceptada como verdadera, se hace posible después la verificación de la lógica interna a la reflexión moral. Pero precisamente porque no se puede verificar empíricamente ese momento inicial, no se tiene obligación alguna de vivir moralmente. Por esto no es coherente MilanKundera cuando después habla de fracaso de la humanidad. No puede haber ni fracaso ni éxito moral, si se acepta la teoría no cognitivista y se pretende ser rigurosamente coherente con la negación del momento cognoscitivo inicial. Para él sólo puede haber descripción de las distintas posiciones asumidas desde la decisión (o desde la emoción) [l Ética descriptiva], que en último caso se identifica con el subjetivismo metaético [! Relativismo].

El cognitivista no afirma la posibilidad de una verificación empírica del momento cognoscitivo inicial, acepta la verificación lógica, pero afirma también que además de lo empírico y la lógica existe la posibilidad de unaverificación que podemos llamar de tipo introspectivo, tan particular como el conocimiento del bien o de los valores. Sostiene que la verificación empírica no es la única que puede garantizarnos la consistencia de ese momento cognoscitivo, que puede, verificarse con la reflexión de tipo introspectivo [l Epistemología moral V], que nos hace entender cómo, en último caso, esos valores no son ni pueden considerarse realidades indiferentes, a no ser que dé igual vivir con referencia al mundo de los valores o no. Reflexionando sobre ese momento, consigue explicitar que la particularidad cognoscitiva depende fundamentalmente de la particular característica del objeto -los valores precisamente-, de cuyo conocimiento tan particular depende una importante y decisiva dimensión de la vida humana. El cognitivismo se da cuenta de que dar una fundamentación cognoscitiva al fenómeno moral (y al religioso) significa empobrecer mucho la realidad antropológica, y piensa que no se puede hacer esa reducción fundante, precisamente porque el hombre siente, en el sentido más rico del término, que el fenómeno moral y el religioso lo implica completamente y que en el fondo la decisión moral (y el acto de fe) es un momento extremadamente simple; y, precisamente por eso, si se quiere verificarlo empíricamente, se corre el riesgo de no comprenderlo en lo que de específicamente intuitivo posee.

"Siempre admiré a los creyentes. Pensaba que tenían el don extraño de una percepción suprasensorial que me era negada a mí. Algo así como los videntes. Ahora, sin embargo, veo con mi hijo que creer es muy fácil. Cuando se ha encontrado en apuros, los católicos se han preocupado de él, y así, de improviso, ha llegado la fe. Quizá ha decidido creer por reconocimiento. Las decisiones humanas son de una terrible simplicidad" (M. KUNDERA, ib, 312).

La terrible simplicidad es precisamente lo intuitivo de la real apprehension: conocemos porque nos sentimos atraídos por la realidad a la que nos adherimos voluntariamente, se la percibe para quedar todavía más plenamente implicados, se la conoce no sólo intelectualmente, sino con el corazón, con la voluntad, con todo el ser. No importa el momento inicial del hecho que estimula la percepción real. Originariamente, la decisión moral (o la religiosa) puede surgir de muchas maneras. Pero es importante afirmar la terrible simplicidad de esta decisión, que sólo puede verificarse después de haberla realizado.

V. La importancia teológica del no cognitivismo

El problema de la cognoscibilidad de los juicios morales repercute de manera importante también en el nivel teológico de la reflexión ética. Sostener la incognoscibilidad de los juicios morales, que desde el punto de vista estrictamente teológico implica por analogía la incognoscibilidad de las verdades de fe (problema que no podemos abordar ahora), desde el punto de vista ético-teológico desquicia la objetividad de los valores y de Dios como fundamento último de los valores o como valor supremo de infinita bondad.

En base a esto, la teoría no cognitivista no sólo se hace muy problemática para el teólogo moral, sino que constituye también un problema que es preciso abordar y resolver si no se quiere anular totalmente la consistencia metaética del fundamento ontológico de la moralidad, compatible con la razón y con la fe.

Naturalmente, también en teología la diferencia entre cognitivismo y no cognitivismo puede presentarse en la misma línea que en filosofía. El cognitivismo puede hacer explícitas las características específicas del conocimiento de fe y las consecuencias tan negativas que la teoría no cognitivista tendría para la reflexión teológica, y todavía más para la vida de fe. Pero frente al no cognitivismo ateo no tiene otra posibilidad, lo mismo que tampoco la tiene para demostrar la veracidad de los contenidos de su fe. La cuestión cambia cuando el cognitivismo teológico se pone en contacto con el no cognitivismo teológico (puesto que también entre los teólogos hay partidarios del no cognitivismo). A éstos el teólogo cognitivista les podría demostrar, sobre la base de la misma revelación, las implicaciones teológicas de la teoría no cognitivista: la fe en la revelación de Dios, en un Dios creador y salvador, que para el creyente (y no sólo para él) comporta también la aceptación de la fe en un Dios creador del orden moral y la obediente sumisión del hombre a la llamada de la moralidad que encuentra, precisamente en Dios, su fundamento último. La decisión del no cognitivismo en relación con la decisión moral fundamental o con la fe no tendría, pues, sentido. Puede tenerlo sólo si está cognitivamente fundada en la preexistencia y conocimiento de Dios y del bien. La teología moral no puede prescindir de la fe en Dios como sumo bien y creador del orden moral, ni tampoco puede eludir el demostrar racionalmente la incompatibilidad del no cognitivismo con la fe cristiana.

VI. Fe y moral

A nivel metaético se debe abordar también el problema de la relación fe-moral como problema fronterizo entre vida con dimensión religiosa y vida con dimensión moral. Unas veces se pone de parte de la vida moral frente a la vida religiosa y otras de parte de la vida religiosa frente a la vida moral. La vida moral, o la aceptación del punto de vista de la moral, no implican necesariamente la aceptación de la fe. Efectivamente, desde el punto de vista lógico, y también desde el teológico, se afirma, según Rom 2,14, que se puede vivir moralmente bien incluso fuera de una perspectiva de fe cristiana. Por eso grandes personajes pertenecientes a otras religiones, o incluso ateos, son propuestos como ejemplos de verdadero humanismo moral. La misma teología habla de cristianos anónimos y afirma tradicionalmente que gratia Dei non es alligatasacramentis, reconociendo la posibilidad de salvación también para los no creyentes, en cuanto les alcanza el acontecimiento salvífico de Cristo. También sin fe puede haber l actitud moralmente buena y !comportamiento moralmente recto.

La actitud de fe, en cambio, implica necesariamente la actitud moralmente buena. Quien acepta creer en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo debe asumir también la bondad de vida requerida como consecuencia necesaria e imprescindible de la misma fe, porque adherirse a Dios como sumo bien significa también adherirse al bien moral. En este sentido es como deben entenderse las diversas expresiones bíblicas sobre la exigencia de las obras (morales) para una auténtica vida de fe [l Religión y moral].

La profundización en estos problemas metaéticos, que sólo hemos sugerido, pondrá al teólogo en diálogo no sólo con el planteamiento que hoy domina en el panorama éticofilosófico -lo cual es útil y necesario-, sino que le hará descubrir también que la reflexión específicamente teológica sobre el fenómeno ético abre horizontes para una comprensión más adecuada del mismo fenómeno. La ubicación de estos problemas en los límites entre la filosofía y la teología no puede y no debe dejarse sólo a la reflexión del filósofo. Como hemos visto, estos problemas se sitúan dentro de un horizonte en el que el teólogo puede y debe intervenir con las indicaciones que le llegan desde su fuente específica: la revelación.

[l Epistemología moral; l Ética descriptiva; l Ética normativa; l Lenguaje ético; l Parénesis; ! Relativismo].

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MORAL

Se denomina moral al conjunto de creencias, normas y circunstancias a través de las cuáles se puede determinar si una persona a lo largo de toda su vida logró ser buena persona, además su contribución en su grupo social que determinará el comportamiento a obrar característico (es decir, que orienta acerca del bien o del mal —correcto o incorrecto— de una acción o acciones).

La moral son las reglas o normas por las que se rige la conducta de un ser humano en concordancia con la sociedad y consigo mismo. Este término tiene un sentido contrario frente al de «inmoral» (contra la moral) y «amoral» (sin moral). La existencia de acciones y actividades susceptibles de valoración moral se fundamenta en el ser humano como sujeto de actos voluntarios. Por tanto, la moral se relaciona con el estudio de la libertad y abarca la acción del hombre en todas sus manifestaciones.

La palabra «moral» tiene su origen en el término latino mores, cuyo significado es ‘costumbre’. Moralis (< latín mos = griego ‘costumbre’). Por lo tanto «moral» no acarrea por sí el concepto de malo o de bueno. Son, entonces, las costumbres las que son virtuosas o perniciosas.

Los antiguos romanos concedían a las mores maiorum (‘costumbres de los mayores’, las costumbres de sus ancestros fijadas en una serie continuada de precedentes judiciales) una importancia capital en la vida jurídica, a tal grado que durante más de dos siglos (aproximadamente hasta el siglo II a. C.) fue la principal entre las fuentes del Derecho. Su vigencia perdura a través de la codificación de dichos precedentes en un texto que llega hasta nosotros como la Ley de las XII Tablas, elaborado alrededor del 450 a. C.

Los conceptos y creencias sobre moralidad son generalizados y codificados en una cultura o grupo y, por ende, sirven para regular el comportamiento de sus miembros. La conformidad con dichas codificaciones es también conocida como moral y la civilización depende del uso generalizado de la moral para su existencia.

Historia

La moral comenzó a ser enseñada en forma de preceptos prácticos, las Máximas de los siete sabios de Grecia, los Versos dorados (y otros) de los poetas de Grecia o bien en forma de apólogos y alegorías hasta que revistió carácter científico en las escuelas de Grecia y Roma.
Ocupa importante lugar en las enseñanzas de Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles, Epicuro y, sobre todo, entre los estoicos (Cicerón, Séneca, Epicteto, Marco Aurelio, etc.). Los neoplatónicos se inspiraron en Platón y los estoicos cayeron en el misticismo. Los modernos han profundizado y completado las teorías de los antiguos.

Moral y ética

Muchos autores consideran como sinónimos a estos términos, debido a que sus orígenes etimológicos son similares.
Sin embargo, en el ámbito de la filosofía se considera a la ética como la disciplina filosófica que estudia a la moral. Es decir, el uso que le ha dado la gente ha convertido a la moral en el objeto de estudio de la ética.
De ahí que podemos decir que una ética propuesta es el conjunto de normas sugeridas por un filósofo, o proveniente de la religión, en tanto que «moral» vendría a designar el grado de acatamiento que los individuos dispensan a las normas imperantes en el grupo social. En un sentido práctico, ambos términos se hacen indistinguibles y por ello se los considera equivalentes.
El matiz que las delimita está en la observación o aplicación práctica de la norma que entraña el mandato ético. Por ello, la norma ética siempre será teórica, en tanto que la moral o costumbre será su aplicación práctica.
Por otro lado la moral se basa en los valores que la conciencia nos dicta, a su vez, basado en costumbres aprendidas, por lo tanto, la moral no es absoluta o universal, ya que su vigencia depende de las costumbres de una región, de la misma manera que la ética tampoco tiene una validez absoluta al ser ambas imperativos categóricos.


Moral objetiva
Al conjunto de normas morales se le llama "moralidad objetiva", porque estas normas existen como hechos sociales independientemente de que un sujeto quiera acatarlas o no. Los actos morales provienen del convencimiento de que el actuar de un individuo siempre se realiza por ciertos fines y que todo el que hace algo, lo debe hacer con un fin, a menos que no controle su razón, como ocurre en variadas situaciones. Sin embargo, las realidades sociológicas sugieren que las personas suelen actuar por inercia, costumbre, tradición irrazonada o la llamada "mentalidad de masa".
Opuesto a esta postura de auto-justificación, está la aceptación, por parte del individuo, de su responsabilidad. Usando los valores morales, puede convertirse en el artífice de su propio destino, o de un mejor destino.
A lo largo de la historia, y de las diferentes culturas, han existido distintas visiones de la moral. Generalmente, la moral es aplicada a campos en los cuales las opciones realizadas por individuos expresan una intención relativa a otros individuos; incluso no miembros de la sociedad. Por lo tanto, existe una disputa académica sobre si la moral puede existir solamente en la presencia de una sociedad o también en un individuo hipotético sin relación con otros. La moralidad se mide también cuando la persona está sola, no siendo observada por nadie, por ejemplo, en situaciones donde se requiere tener mucha integridad.


Autonomía y heteronomía
Una concepción de la moralidad puede tender hacia cualquiera de las posibles direcciones en un campo determinado. De hecho, existen morales que recomiendan ciertas restricciones sobre el comportamiento (heteronomía), así como existen morales que recomiendan una autodeterminación totalmente libre (autonomía) y una variedad de posiciones intermedias.

Inmoral y amoral
Dentro del concepto de "moral" surgen otros dos conceptos que son, cada uno a su manera, antónimos y que normalmente se confunden. Uno es el de "inmoral", el cual hace referencia a todo aquel comportamiento o persona que viola su propia moral o la moral pública. Esta persona estaría actuando de forma incorrecta, estaría actuando mal.
El otro concepto es el de «amoral», el cual hace referencia a las personas que carecen de moral, por lo que no juzgan los hechos ni actos como buenos o malos, correctos o incorrectos. La mayor defensa de la amoralidad la realizan los taoístas.
El taoísmo dice que la moral corrompe al ser humano, obligándolo a hacer cosas buenas cuando no está preparado y prohibiéndole hacer cosas malas cuando necesita experimentar para darse cuenta de las repercusiones de sus actos. Todo lo «moral», según ellos, implica forzar la naturaleza del ser humano y es fruto de la desconfianza y el miedo a los demás, a lo que puedan hacer si no están sometidos al estricto gobierno de unas leyes que rijan su comportamiento.

La moral según la corriente filosófica
En cuanto al origen de las normas éticas, podemos citar el esquema siguiente:

Sociologismo'
: Esta concepción defiende que las normas morales se originan en la sociedad y de ella reciben la fuerza y el vigor para imponerse a los individuos.
  • Marxismo: En su último escrito económico, las Glosas a Wagner, Marx comienza diciendo: «Yo no parto del hombre, sino de un periodo social dado». Con esto estaba significando que, según lo ha venido demostrado la historia como criterio de verdad, en cuanto a las distintas concepciones y formas del comportamiento humano, la ética no es una categoría social cuyos contenidos normativos sean de validez práctica (moral) absoluta, universal y eterna, como ha pretendido Kant con su imperativo categórico, sino que esos contenidos están sujetos al relativismo histórico de los distintos sistemas de vida que los seres humanos divididos en clases fueron adoptando en distintos períodos de su existencia como especie, desde que superaron la barbarie. Así, para Marx, hay una moral y un tipo de ser humano correspondiente a cada período de la historia, en tanto prehistoria del ser humano genérico liberado de toda necesidad exterior , natural o social, que es lo que se está gestando en la moral de los comunistas. Tal como sucede en la base o estructura material de la sociedad, donde los distintos modos de producción configuran sus respectivas formaciones sociales que hasta ahora han correspondido a otras tantas etapas o periodos del desarrollo de las fuerzas productivas, asimismo, las distintas superestructuras éticas, morales, jurídicas, ideológicas y políticas, fueron la expresión periódicamente cambiante de los intereses de las distintas clases dominantes al interior de cada una de las formaciones sociales que han venido configurando la progresiva periodización característica en lo económico-social, político, moral y cultural de los seres humanos a través de su prehistoria.
  • Historicismo: Esta posición proclama que, a lo largo de la Historia y según un ritmo variable, la sensibilidad vital de unas generaciones es sustituida por la de otras y, de acuerdo con este proceso, al mismo tiempo que unos principios cobran vigencia, otros desaparecen.
  • Teologismo: Esta corriente propugna que las normas morales tienen origen divino. Podemos encontrar una postura teológica, con relativa frecuencia, en los pueblos primitivos, por ejemplo, en Israel y su moral de los profetas: en Egipto y su moral de los faraones, etc.
  • Teoría de la ley natural: Existe una amplia pluralidad de teorías que fundamentan sus opiniones éticas y las normas morales en la ley natural. De entre ellas, sin duda alguna, la más importante es la teoría escolástica, según la cual todas las personas poseen una idéntica naturaleza, que es la naturaleza humana. Ésta guarda una profunda relación de orden con el resto de los seres y, sobre todo, con Dios.
  • Relativismo moral. Una postura filosófica que tiene mucha aceptación es la que acepta el relativismo de la moral, por lo cual niega la existencia de una moral objetiva, impuesta por la voluntad de Dios o por la vigencia de leyes naturales, sino que supone que se trataría de algo puramente convencional asociado a las diferentes culturas, creencias y épocas.
  • Objetivismo. Postura filosófica que afirma que la única forma de alcanzar la moralidad es por medio del uso de la razón y la aceptación de la realidad en forma objetiva, independiente de la percepción del ser humano.
Iconografía
Los atributos más ordinarios de la moral son un libro, un freno y una regla. Suele pintársela con un vestido blanco, indicio de la inocencia o de las costumbres puras y arregladas y algunas veces, bajo la figura de la diosa Minerva, con su casco coronado de un mochuelo, símbolo de la cordura.



DERECHOS HUMANOS


Los derechos humanos son aquellas libertades, facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos que incluyen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna. Son independientes de factores particulares como el estatus, sexo, orientación sexual, etnia o nacionalidad; y son independientes o no dependen exclusivamente del ordenamiento jurídico vigente, por lo que se consideran fuente del Derecho, en concreto la denominada derecho natural. Desde un punto de vista más relacional, los derechos humanos se han definido como las condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y lasociedad, que permita a los individuos ser personas jurídicas, identificándose consigo mismos y con los otros.

Marco teórico
Habitualmente, se definen como inherentes a la persona, irrevocables, inalienables, intransmisibles e irrenunciables. Por definición, el concepto de derechos humanos es universal (para todos los seres humanos) e igualitario, así como incompatible con los sistemas basados en la superioridad de una casta, raza, pueblo, grupo o clase social determinados. Según la concepción iusnaturalista tradicional, son además atemporales e independientes de los contextos sociales e históricos.


Marco histórico
Los derechos humanos, herederos de la noción de derechos naturales, son una idea de gran fuerza moral y con un respaldo creciente. Legalmente, se reconocen en el Derecho interno de numerosos Estados y en tratados internacionales. Para muchos, además, la doctrina de los derechos humanos se extiende más allá del Derecho y conforma una base ética y moral que debe fundamentar la regulación del orden geopolítico contemporáneo. LaDeclaración Universal de los Derechos Humanos se ha convertido en una referencia clave en el debate ético-político actual, y el lenguaje de los derechos se ha incorporado a la conciencia colectiva de muchas sociedades. Sin embargo, existe un permanente debate en el ámbito de la filosofía y las ciencias políticas sobre la naturaleza, fundamentación, contenido e incluso la existencia de los derechos humanos; y también claros problemas en cuanto a su eficacia, dado que existe una gran desproporción entre lo violado y lo garantizado estatalmente.
La doctrina ha realizado un importante esfuerzo por clasificar y sistematizar los derechos humanos. Normalmente se dividen en dos categorías: derechos positivos y derechos negativos. Los derechos negativos, como el derecho a laintimidad, se definen exclusivamente en términos de obligaciones ajenas de no injerencia; los derechos positivos, por el contrario, imponen a otros agentes, tradicionalmente –aunque ya no de manera exclusiva– el Estado, la realización de determinadas actividades positivas. Otra clasificación muy extendida es la que ordena los derechos humanos en tres o más generaciones, atendiendo por lo general al momento histórico en que se produjo o produce su reivindicación.

Origen cultural
Existe un importante debate sobre el origen cultural de los derechos humanos. Generalmente se considera que tienen su raíz en la cultura occidental moderna, pero existen al menos dos posturas principales más.12 Algunos afirman que todas las culturas poseen visiones de dignidad que se plasman en forma de derechos humanos, y hacen referencia a proclamaciones como la Carta de Mandén, de 1222, declaración fundacional del Imperio de Malí. No obstante, ni enjaponés ni en sánscrito clásico, por ejemplo, existió el término derecho hasta que se produjeron contactos con la cultura occidental, ya que estas culturas han puesto tradicionalmente el acento en los deberes. Existen también quienes consideran que Occidente no ha creado la idea ni el concepto de derechos humanos, aunque sí una manera concreta de sistematizarlos, una discusión progresiva y el proyecto de una filosofía de los derechos humanos.
Las teorías que defienden la universalidad de los derechos humanos se suelen contraponer al relativismo cultural, que afirma la validez de todos los sistemas culturales y la imposibilidad de cualquier valoración absoluta desde un marco externo, que en este caso serían los derechos humanos universales. Entre estas dos posturas extremas se sitúa una gama de posiciones intermedias. Muchas declaraciones de derechos humanos emitidas por organizaciones internacionales regionales ponen un acento mayor o menor en el aspecto cultural y dan más importancia a determinados derechos de acuerdo con su trayectoria histórica. La Organización para la Unidad Africana proclamó en1981 la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, que recogía principios de la Declaración Universal de 1948 y añadía otros que tradicionalmente se habían negado en África, como el derecho de libre determinación o el deber de los Estados de eliminar todas las formas de explotación económica extranjera. Más tarde, los Estados africanos que acordaron la Declaración de Túnez, el 6 de noviembre de 1993, afirmaron que no puede prescribirse un modelo determinado a nivel universal, ya que no pueden desatenderse las realidades históricas y culturales de cada nación y las tradiciones, normas y valores de cada pueblo. En una línea similar se pronuncian la Declaración de Bangkok, emitida por países asiáticos el 22 de abril de 1993, y de El Cairo, firmada por la Organización de la Conferencia Islámica el 5 de agosto de 1990.
También la visión occidental-capitalista de los derechos humanos, centrada en los derechos civiles y políticos se opuso a menudo durante la Guerra Fría, destacablemente en el seno de Naciones Unidas, a la del bloque socialista, que privilegiaba los derechos económicos, sociales y culturales y la satisfacción de las necesidades humanas básicas.

Aspectos jurídicos
Los derechos humanos tienen una creciente fuerza jurídica, en tanto que se integran en las constituciones y, en general, en el ordenamiento jurídicode los Estados. También, en el ámbito de la comunidad internacional, por su reconocimiento en numerosos tratados internacionales –tanto de carácter general como sectorial; universal y regional– y por la creación de órganos jurisdiccionales, cuasijurisdiccionales o de otro tipo para su defensa, promoción y garantía.
Además, debido a su aceptación, diversos derechos humanos se consideran parte del Derecho internacional consuetudinario y algunos incluso normas de iuscogens, tal y como han afirmado órganos internacionales como el Comité de Derechos Humanos o la Corte Internacional de Justicia. Entre ellos se encuentran la prohibición de la tortura y de la privación arbitraria de la vida o el acceso a unas mínimas garantías procesales y la prohibición de detención arbitraria.

Derechos humanos y derechos constitucionales
Es importante diferenciar y no confundir los derechos humanos con los derechos constitucionales. Aunque generalmente los derechos humanos se suelen recoger dentro de los derechos constitucionales, no siempre coinciden. Para determinar qué derechos son "constitucionales" basta con recurrir al catálogo de derechos reconocidos por las constituciones políticas de los Estados; el concepto de "derechos humanos" pertenece más bien al ámbito de laFilosofía del Derecho.
La relación entre ambos conceptos ha sido estudiada por numerosos autores y es problemática. De entre los que reconocen la virtualidad del concepto de derechos humanos, las teorías iusnaturalistas consideran que la existencia de los derechos humanos es independiente de su reconocimiento como derechos constitucionales. Para algunos autores, como Francisco Laporta, existiría un pequeño número de derechos humanos básicos, de los que se derivarían los derechos constitucionales más concretos.
Por su parte, para las teorías dualistas –las que otorgan importancia tanto al fundamento moral de los derechos como a su positivación– los conceptos de derechos humanos y derechos constitucionales tendrían un contenido equivalente.Luigi Ferrajoli considera, en su teoría del garantismo jurídico, que, siendo los derechos constitucionales o fundamentales los reconocidos en la Carta Magna de los Estados, los derechos humanos son aquellos que se reconocen a todos, independientemente de su ciudadanía y su capacidad de obrar: la constitución de un país, por ejemplo, puede otorgar derechos a sus ciudadanos que no abarquen a los no nacionales (por ejemplo, el derecho al voto). En ese caso se trataría de derechos constitucionales que se reconocen al ciudadano, pero no podrían ser derechos humanos si no se reconoce a todas las personas sean de la condición que sean.

AXIOLOGIA (VALORES)

La axiología no sólo trata en su mayoría intelectual y moral de los valores positivos, sino también de los valores negativos, analizando los principios que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio. La investigación de una teoría de los valores ha encontrado una aplicación especial en la ética y en la estética, ámbitos donde el concepto de valor posee una relevancia específica. Algunos filósofos como los alemanes Heinrich Rickert o Max Scheler han realizado diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de los valores. En este sentido, puede hablarse de una ‘ética axiológica’, que fue desarrollada, principalmente, por el propio Scheler y NicolaiHartmann. Desde el punto de vista ético, la axiología es una de las dos principales fundamentaciones de la Ética junto con la deontología.

El estudio griego culmina con el desarrollo de un sistema de valores. Los valores pueden ser objetivos o subjetivos. Ejemplos de valores objetivos incluyen el bien, la verdad o la belleza, siendo finalidades ellos mismos. Se consideran valores subjetivos, en cambio, cuando estos representan un medio para llegar a un fin (en la mayoría de los casos caracterizados por un deseo personal). Además, los valores pueden ser fijos (permanentes) o dinámicos (cambiantes). Los valores también pueden diferenciarse a base de su grado de importancia y pueden ser conceptualizados en términos de una jerarquía, en cuyo caso algunos poseerán una posición más alta que otros. El problema fundamental que se desarrolla desde los orígenes mismos de la axiología, hacia fines del siglo XIX, es el de la objetividad o subjetividad de la totalidad de los valores. Max Scheler se ubicará en la primera de las dos posiciones. El subjetivismo se opondrá, desde el principio, a este enfoque. Y entenderá -a la antigua manera de Protágoras- que lo estrictamente humano es la medida de todas las cosas, de lo que vale y de lo que no vale, y de la misma escala de valores, sin sustento en la realidad exterior. Alfred_Jule_Ayer mismo, en "Lenguaje, verdad y lógica", su obra temprana, dejará los juicios de valor fuera de toda cuestión, en virtud de que no cumplen con el principio de verificación empírica. De esta manera, lo ético y lo estético no son más que "expresiones" de la vida espiritual del sujeto. No una captación comprobable del mundo externo.


Ejemplo: Axiología como filosofía para el crecimiento personal-empresarial

Dentro del pensamiento filosófico existe un punto central que es cómo queremos llegar a ser en el futuro, en un estado mejor. Para poder pasar de un estado actual a un mejor estado es necesario que se comprenda primero que para hacer mejoras tenemos que fundarlas en ciertos puntos claves. En el pensamiento los hemos llamado siempre la axiología filosófica o axiología existencial, es decir los valores, que son aquellos fundamentados de la acción que nos pueden llevar a un estado mejor el día de mañana, esto se debe a que los valores dan sentido y coherencia a nuestras acciones.







CONCLUSIÓN 


Esto nos sirvió para aprender y saber cuáles son nuestros derechos y como saberlos ejercer, con los valores que nos inculcaron desde los padres hasta la sociedad.
Nos ayudó a reflexionar en cómo debemos actuar y comportarnos con la familia y con la gente que nos rodea. Esto hará que no diferenciemos de las demás personas en actitud y pensamientos para ser mejores en la vida.

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